Vicente Herrera Márquez
Noche oscura y viento huracanado.
Apagón en la ciudad, temor latente.
En puerta y ventanas, protección conrejas de fierro
aseguradas por candados con clave
alfanumérica, que un nieto había hecho instalar ese mismo día.
Afuera, en las calles campea la delincuencia.
Protegidos por las rejas de puerta y ventanas, un par
de ancianos tratan de dormir.
Se oyen disparos, gritos, sirenas y fuertes golpes en la puerta ¿Resistirá?
La oscuridad interior es total, hay que encender una
vela.
En la caja, sólo un fosforo. Para que la llama dure un
poco más y alcance a prender el pábilo de la vela él enciende un papel que está
en la mesita de luz.
Ella reza pidiendo que la reja y la santa los proteja.
El papel encendido cae en la cama…
Afuera golpes insistentes, adentro llamas candentes…
Para salvarse ¿Salvarse? Hay que abrir el candado de
la puerta y salir de allí.
—¿Dónde dejó la clave
el nieto? —Pregunta el anciano.
Angustiada responde la mujer:
—Escrita en ese papel que está en la mesita de luz….
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